30 noviembre 2017

DIARIO DE UNA BOMBA NUCLEAR (12ª PARTE)

“…Poco a poco mis ánimos van mejorando, no me muevo con la misma soltura y tranquilidad, pero ya no tengo miedo de mi propia sombra. Estoy lejos de esa “gente” o mejor dicho bestias, e intento no pensar en ellos mientras sigo recorriendo el mundo.

¿Cuál debe ser ahora mi propósito? Los dolores continúan, me entran ataques de tos en los que me sale sangre. Ya me lo he preguntado varias veces, pero ¿Cuánto me queda? Antes tenía un propósito que era encontrar personas vivas, pero ahora ya no tengo esa ambición. Entonces ¿por qué sigo viviendo? ¿Por qué me levanto cada día y empiezo a andar? No lo sé, decido levantarme porque estarme quieto no me ayuda en nada.

Puedo ir dónde quiera y quizá poder contemplar las maravillas de la naturaleza, si queda algo que el ser humano no haya destruido.¿Podría volver a disfrutar del vaivén de las olas?

Mañana será un nuevo día, ahora tengo otro propósito diferente, ahora sé hacia dónde ir…”
Seguir Leyendo...

14 noviembre 2017

DIARIO DE UNA BOMBA NUCLEAR (11ª PARTE)

“… Ya he salido de mi encierro, el hambre, la sed y el olor, me han dado el empuje para moverme. Durante el tiempo que ha durado, no he tenido más fuerzas para escribir, mi vida se había resumido en comer, beber, dormir, vigilar y hacer mis necesidades.

Me he mantenido siempre que ha sido posible en las sombras y lejos de los caminos, el miedo de encontrarme a esos monstruos me ha dado las fuerzas para no caer desmayado y he podido encontrar comida y agua. He repuesto los suministros que había agotado tras mi encierro forzado.

Sigo encontrando cuerpos desparramados, medio desnudos, con la piel apergaminada por culpa del calor, agua y viento que acarician esos cuerpos putrefactos, pero ninguno de ellos me causa la misma sensación que ese pobre hombre. De vez en cuando me acerco a un cuerpo para intentar descubrir cómo murió, esperando que nunca sea por disparo en la cabeza.

Ahora me muevo más despacio y con mucho cuidado, pero intento no pasar dos días en la misma zona. ¿Es así como pasaré el resto de mis días? Cuanta razón tenía aquel compañero de trabajo que siempre decía “La ignorancia es felicidad”.

Hoy he releído lo que llevo escrito, y me he acordado de esa otra figura que vislumbré a lo lejos. ¿Fue mi imaginación y había alguien más? Ese ser que vi, ¿será el tipo de persona que he buscado durante tanto tiempo? Un compañero/-a para recorrer el mundo, alguien con quien poder hablar, alguien que por fin mate esta soledad que me atenaza desde hace tanto tiempo. No lo sé, pero ahora esta soledad no me parece tan agobiante…”
Seguir Leyendo...