23 enero 2018

DIARIO DE UNA BOMBA NUCLEAR (16ª PARTE)

“… ¿Hasta cuando voy a seguir sufriendo? Llevo días con horribles dolores, tosiendo sangre y sin fuerzas. Incluso me he planteado suicidarme y adelantar el final que sé, que antes o después, llegará. Pero, a pesar de que no tiene sentido, en mi interior, tengo una voz que me dice que eso es pecado. ¿Qué absurdo no? Con esta situación apocalíptica dónde todo ha sido destruido. Desde pequeño he mamado religión por todos lados y en lo más profundo de mi ser, parece que esas enseñanzas están arraigadas. Me siento tonto creyendo en Dios después de ver toda esta destrucción, pero…

Me pasó una cosa muy curiosa, o altamente rara. Durante toda mi vida, jamás he querido ni siquiera pensando en ser padre, pero el otro día, encontré un cadáver de un niño. Me quedé allí mirando como un estúpido esperando que se levantara y saliera corriendo, pero no, allí permanecía quieto y medio descompuesto, con la piel apergaminada y quemada por el sol.

Ese cadáver me afectó más que los cientos o miles que he visto, me entró la necesidad de enterrarlo. Mientras cavaba, de vez en cuando miraba esos ojos vacíos, inocentes que miraban al cielo preguntando ¿Por qué? Y entonces, empecé a pensar, cómo hubiera sido tener un hijo. ¿Cómo sería la sensación de coger al bebé por primera vez? Siempre me he negado a seguir las mismas vidas que mis conocidos, creces, conoces a alguien y formas una familia. Yo salí corriendo de ese mundo para vivir mi vida en un recóndito lugar de África, pero ahora, entre los restos humeantes de la humanidad, estaba yo pensando en cómo sería…

No tengo ni idea de dónde estoy, sigo mi camino hacia el norte, pero no sé cuanto me queda. Que bien que me iría un GPS, o como mínimo un punto de referencia para marcar en mi andrajoso mapa. Tras tantas bombas, todo el planeta ha cambiado. No quiero morir antes de poder ver el agua de nuevo, quiero escuchar las olas una última vez. Espero que no quede demasiado, puesto que, de seguir así, no creo que me quede demasiado tiempo.

Ayer escuché ruidos fuera de mi refugio cómo si hubiera alguien o algo andando, haciendo crujir la gravilla con su peso. Me quedé completamente quieto, aterrorizado, casi sin respirar. Lo seguí oyendo durante unos minutos, hasta que poco a poco se fue alejando. Quizá era un animal buscando comida, pero el miedo que me entró me tubo temblando hasta mucho después de que el sonido hubiera desaparecido. Sigo con la sensación de que hay algo o alguien vigilándome, pero esta es la primera vez que lo oigo, con suerte se habrá alejado para no volver. Espero hoy poder dormir y descansar un poco…”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Por qué no opinas sobre la entrada?
Los blogs crecen con los comentarios, ayúdame a crecer ;)